domingo, 28 de junio de 2015

Así termina el cigarro de medianoche....


"Invierno, frío, como a tí te gusta", no me puedo olvidar de esa frase, siempre acordándose de lo que me gusta y lo que no.

Es inevitable no pensar en "él", porque tiene esa magia de lo prohibido, de lo que pudo ser y lo que no pudo ser, hace unos pocos días atrás volvimos a conversar, me habló, me contó de su vida, de su nuevo trabajo y de lo mucho que extraña estar entre su antiguo trabajo y su vida radicalmente nueva. No pude evitarlo, sentí unas cosquillas, mariposas, vértigos, como quieran llamarlo, apenas me habla, puedo sentir su olor, sus abrazos y su risa, no sé porque desde hace ya 2 años (justo dos años) no puedo olvidarlo.





Pensar que pensé que todo sería mas fácil cuando no lo tenía siempre cerca mio. 
Tampoco es para pasarme películas de amor y locura o de calentura desenfrenada, si nunca pasó nada, yo nunca dí algún indicio de algo (espero) y él tampoco, pero cuando uno tiende a tener estos sentimientos de adolescente, ni el corazón, ni la razón mandan.... simplemente se dejan llevar.

Mi corazón está en llamas, cuando hablamos y mi mente comienza a maquinar mil y unas historias sobre mi vida, su vida y nuestra vida....




Ahora solamente me conformo con sus palabras, saber de su vida, saber que está bien y sobretodo que nos sigue extrañando. (espero que ese nos, sea un te, al menos en silencio)

Siempre es lo mismo, cerrar un capítulo, cerrar un chat o una historia con él, produce el mismo nivel de dolor y angustia que saber que nunca podré estar con él.


"Bueno, me tengo que ir, ya nos vamos. Cuidate mucho y un abrazo fuerte", son las palabras finales de nuestro último chat....